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  • Aquella monja singular comenza la epoca mas intensa de su vida precisamente a partir de los treinta y ocho años, es decir una edad en que la mayor parte de las mujeres de su tiempo habia fallecido o se acercaba a la muerte. Hasta entonces apenas sabemos nada de su existencia. Por su obra posterior, podemos deducir que sin duda alguna debia de dedicarse con intensidad al estudio, al teologico, como correspondia a una religiosa docta, pero tambien al musical y, aun mas alla, al cientifico y mistico. Es facil imaginarla, mientras llegaba su momento de madurez vital, leyendo, observando el mundo con intensa curiosidad, practicando la medicina, cantando y rezando. Entre tanto seguia teniendo sus visiones y sufria a menudo indefinidas enfermedades y aquellos intensos dolores que solia acompañar sus extasis, en esa extraña manifestacion somatica tan habitual en la vida de los misticos."Pobre alma-escribiria sobre si misma-, hija de tantas miseria! Estas como calcinada por tantos y tan crueles sufrimientos fisicos. Sin embargo, todavia te invade el flujo abismal de los misterios de Dios." Ese flujo mana imparable a partir del año 1136, cuando muere Junto a Von Sponheim y Hildegarda la sustituye como abadesa. De pronto, del silencio y el secreto del cenobio de Disibodenberg surge la voz atronadora de una mujer al margen de todas las convenciones. Ayudada por un monje, Volmar, que le servira durante años como devoto secretario y copista, Hildegarda empieza poco tiempo despues de su llegada al poder abacial la redaccion de su primer libro visiones, Scivias[conoce los caminos] por primera vez se ve obligada en el protocolo a justificar su atrevimiento, asegurando que fue la propia voz divina , la que ella llama "la luz viva", quien la conmin? a escribir todo lo que viera y oyera en sus extasis: "Por lo tanto tu, "oh, hombre!, di las cosas que vieras o oigas, y escribelas no segun la voluntad del que sabe, el que ve y el que dispone todas las cosas en los secretos de sus misterios" a pesar de su prudencia, a medida que empezaron a conocerse aquellos textos llenos de sensuales descripciones de los espacios celestes, de misteriosas palabras sobre el reino de Dios y los infiernos y las criaturas terrenales, de clamores contra el pecado y alegoricas alabanzas a los santos, la jerarquia eclesiastica se sintia alarmada.
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